domingo, 13 de febrero de 2011

La leyenda del rebelde con causa


Sólo pudo estelarizar tres películas, pero eso le bastó para alcanzar la inmortalidad. Eso y un absurdo accidente que puso fin a su vida cuando apenas empezaba a remontar la cuesta. Al este del paraíso, Rebelde sin causa y Gigante. Tres grandes filmes con tres enormes directores: Elia Kazan, Nicholas Ray y George Stevens. Tres papeles que lo marcarían en la memoria de varias generaciones como una figura de culto y un icono de la cultura occidental. Era el muchacho inadaptado con el cual millones de jóvenes se identificaron y se siguen identificando: introspectivo, tímido, inseguro, despreciado, hosco, melancólico, lleno de amargura, soledad y rencor, pero también de inteligencia, sensibilidad y ternura. Verlo en la pantalla al interpretar al Cal Trask de East of Eden, al Jim Stark de Rebel Without a Cause y al Jett Rink de Giant (las tres filmadas en 1955, el mismo año de su trágica muerte) resulta aún hoy día una experiencia imborrable; es ver a un histrión casi debutante interpretar a sus personajes con una fuerza que sacude y conmueve. Esto a pesar de que alternaba con actores tan recios como Raymond Massey, Sal Mineo y Rock Hudson y con actrices tan espléndidas como Julie Harris, Natalie Wood y Elizabeth Taylor.

James Byron Dean nació en Marion, Indiana, el 8 de febrero de 1931 (hoy tendría ochenta años de edad). Su padre, Winton Dean, trabajaba como mecánico dental para el gobierno y en 1937 fue transferido a California, a donde se trasladó con su familia. Apenas tres años después, Mildred, la madre del pequeño James, falleció sin que éste supiera jamás la razón del deceso, mismo que causó en él un profundo trauma (“Mi madre murió cuando yo tenia nueve años... ¿que podía hacer? Lo hice todo yo solo”, declararía años más tarde). En una breve autobiografía que escribió como tarea en la secundaria Fairmont, donde estudiaba en 1948, Dean, de diecisiete años, decía: “Siempre fui talentoso. Estudié violín y toqué en conciertos. También bailaba tap. Pero sobre todas las cosas me gustaban las artes plásticas, moldear y crear cosas con mis manos”. Más tarde se interesó por la actuación, aunque también se volvió un apasionado del motociclismo y la velocidad.

Como alumno de la Universidad de Los Ángeles, estudió actuación en el taller de James Whitmore y comenzó a aparecer en comerciales de televisión. En 1951 participó en la serie religiosa Family Theatre, en el papel de uno de los apóstoles de Cristo, y luego se trasladó a Nueva York, donde actuó en Broadway en la obra The Jaguar. Realizó papeles pequeños en dos películas hollywoodenses y retornó a Nueva York para estudiar en el Actors’ Studio. Mientras participaba en la obra The Immoralist, en la cual interpretaba a un gigolo árabe (?), llamó la atención del director de cine Elia Kazan, quien vio en James Dean a un nuevo Marlon Brando y a principios de 1955 lo contrató para hacer el papel de Cal Strack en su filme Al este del paraíso, basado en la monumental novela homónima de John Steinbeck. Aunque la mayoría de la gente lo reconoce más por su mitológica participación en Rebelde sin causa, en mi opinión su actuación magistral se dio en East of Eden, al interpretar al hijo despreciado por ese padre terriblemente duro y estricto que hacía Raymond Massey. Hay en la cinta momentos dramáticos en verdad estremecedores y casi todos ellos fueron logrados por Dean.

Rebelde sin causa, si bien es una gran película, posee más valor por su significado, al retratar, en el personaje de Jim Stark, a la juventud norteamericana de mediados de los cincuenta. El realizador Nicholas Ray supo convertir a James Dean en la figura de culto que sigue siendo hoy, a más de cincuenta años de su desaparición.
La tercera y última cinta de Dean, Gigante, fue quizá para él la menos importante de la trilogía, ya que en ella el actor llevaba el tercer crédito, detrás de la pareja protagonista interpretada por Liz Taylor y Rock Hudson. Fue precisamente durante una fiesta en California, al poco tiempo de terminar la filmación de esta obra del director George Stevens, que Jimmy (como le decían sus amigos) decidió salir a dar una vuelta en el Porsche de siete mil dólares que acababa de comprar. Minutos más tarde, se estrellaba a toda velocidad en una carretera a las afueras de Paso Robles. Su cuerpo quedó destrozado, irreconocible. Era el 30 de septiembre de 1955.
Entre los secretos mejor guardados de James Dean, uno que fue develado poco a poco, a lo largo de los años, es el de su homosexualidad inconfesa. Nunca la supo afrontar y trataba de ocultarla a como diera lugar. Sin embargo, se sabe que acudía con asiduidad a algunos clubes gay y que contrataba a tipos para que lo pisotearan mientras se tiraba en el suelo, completamente desnudo. Sus castigadores debían vestir ropa de cuero negro y ser fuertes y atractivos. Después, solía llevárselos a su casa para tener sexo con ellos. En el examen médico que se le practicó en el forense, se descubrió que su torso estaba lleno de extrañas cicatrices.

Otro problema era su fuerte adicción a las drogas y el alcohol. Durante el rodaje de Gigante, fumaba tanta marihuana que George Stevens tuvo que dar la orden de quitar los primeros planos de Dean en la película, ya que sus ojos proyectaban una ausencia y una tonalidad rojiza realmente notables. También había ocasiones en las cuales, mientras lo entrevistaban, se quedaba mirando con fijeza al periodista que le lanzaba una pregunta. La pausa se hacía eterna, hasta que parecía reaccionar y daba una respuesta incoherente.
También su indisciplina durante las filmaciones se volvió legendaria. Muchas veces insultó a sus compañeros por tonterías (delante de todos, llamó “cerdo” a Rock Hudson cuando trabajaban en Gigante) y en ocasiones llegaba tan ebrio o drogado que era incapaz de memorizar sus parlamentos. Su promiscuidad lo hacía contagiarse de diversos padecimientos sexuales. Así, mientras se rodaba Rebelde sin causa, Natalie Wood se quejó con Nicholas Ray de que Jimmy no dejaba de rascarse los genitales y el director tuvo que llevarlo personalmente a una farmacia, a fin de comprarle un medicamento que le aliviara la infección.
Pero todo se le perdona al mito, en especial si tuvo una muerte trágica. Hoy día, James Dean es recordado por su fugaz y brillantísima carrera y por sus memorables apariciones en la pantalla. Es claro que al morir tan joven y tan violentamente, su leyenda creció en forma inconmensurable, pero creo que dada su personalidad anticonvencional, destructiva y en extremo rebelde, de una u otra manera hubiera encontrado un final tanto o más impactante y de cualquier modo se habría convertido en leyenda.

2 comentarios:

Rafael Guerra dijo...

Excelente texto, sólo un pequeño error: el personaje de James Dean en "East of eden" lleva por nombre CAL TRASK, no "TRANK". Saludos.

Rafael Guerra dijo...

Excelente texto, sólo un pequeño error. El personaje de James Dean en "East of Eden" lleva por nombre CAL TRASK, no "TRANK". Saludos.